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ALERTA, EN SALUD MENTAL!

¡El Inconsciente!! en la Política Peruana

  • Foto del escritor: Isabel Peña Rodriguez
    Isabel Peña Rodriguez
  • hace 2 minutos
  • 3 Min. de lectura

Por C. Isabel Peña Rodríguez 

07/08/2025


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La política no se explica solo desde la estrategia, las políticas públicas, la politología, la ideología o el cálculo racional. Hay algo más profundo y muchas veces invisible que mueve a nuestros líderes políticos: el inconsciente, que es una parte de nuestra mente.


El concepto de inconsciente fue desarrollado por el médico y neurólogo austríaco Sigmund Freud, fundador del psicoanálisis. Para Freud, el inconsciente es la parte de la mente donde se almacenan deseos reprimidos, traumas, miedos y conflictos no resueltos. No desaparecen: simplemente actúan desde las sombras, guiando muchas veces nuestras decisiones sin que nos demos cuenta. 


En el Perú, no es raro ver cómo el inconsciente se manifiesta con fuerza en la conducta de los líderes políticos. ¿Por qué tantos de ellos caen en la corrupción? ¿Por qué repiten errores sabiendo que los llevará al fracaso? ¿Por qué parecen impulsados más por el deseo de venganza, la necesidad de validación o el miedo al abandono, que por una verdadera vocación de servicio? Tomemos algunos casos:


Pedro Castillo, por ejemplo, llegó al poder como un símbolo de reivindicación popular, pero una vez allí, gobernó con desconfianza, caos y pulsiones autodestructivas. Más que un plan político, lo que se percibía era una necesidad inconsciente de no ser dominado, de desconfiar de todos, incluso de quienes lo apoyaban. Su fallido intento de golpe no fue una estrategia política, sino una reacción impulsiva de alguien atrapado en un conflicto interno: el deseo de poder versus el temor a perderlo todo.


Keiko Fujimori ha construido su carrera política bajo la sombra de su padre, Alberto Fujimori. Incluso cuando afirma querer distanciarse, su discurso y estrategias parecen repetir el modelo autoritario, el control a toda costa. Su insistencia en disputar el poder cada cinco años, aun perdiendo apoyo, refleja un conflicto inconsciente no resuelto con la figura paterna y con su lugar en la historia.


Alejandro Toledo, hoy preso por corrupción, también revela un patrón inconsciente: el niño andino que se convirtió en símbolo de superación, pero que luego repite el ciclo del abuso de poder. ¿Cómo alguien que vivió la pobreza justifica enriquecerse ilegalmente? Tal vez porque el inconsciente encuentra siempre una justificación emocional.


Martín Vizcarra, que llegó como símbolo de limpieza, cayó en la misma red de favores y beneficios que criticó. ¿Qué parte de sí mismo no quiso ver? ¿Cuál fue el deseo inconsciente que le hizo creer que podía ser intocable? El autoengaño es una de las formas más comunes en que el inconsciente opera.


Incluso figuras menores, como los congresistas que insultan, gritan, mienten sin pudor o defienden posturas anti derechos con agresividad, revelan algo más que una postura política. Muchos actúan desde la inseguridad y la necesidad de poder simbólico. En este escenario, el Congreso se convierte en un espacio donde no solo se legisla, sino donde se proyectan traumas, se descargan frustraciones y se encubre el miedo con gritos. Y así, la política se transforma en una especie de gran teatro del inconsciente nacional.


No se trata de “psicoanalizar” a cada político, sino de reconocer que los comportamientos irracionales, corruptos o destructivos no son solo decisiones frías. Muchas veces son respuestas inconscientes a heridas no resueltas: traumas de infancia, falta de afecto, necesidad de validación, miedo a existir sin poder.


Freud decía: “Lo que no se hace consciente, se repite como destino”. Y el Perú repite. Repite presidentes caídos, repite traiciones, repite discursos vacíos, repite el uso del poder para llenar vacíos personales. 


Mi mensaje profesional final


El país parece atrapado en una compulsión de repetición que solo se romperá cuando seamos capaces de mirar de frente lo que escondemos: como sociedad y como individuos. Solo una política que se atreva a asumir sus sombras, a enfrentar sus propios vacíos, podrá transformarse. Y quizá, entonces, el inconsciente deje de gobernar desde las sombras para dar paso a una conciencia más madura, ética y verdaderamente democrática.



“Un país que no reconoce sus sombras, está condenado a repetirlas con distintos rostros.”


Llamar: +51 944-433-166

 
 
 

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