El Socialismo Corrupto: ¡La traición a los Pueblos que dijeron defender!
- Isabel Peña Rodriguez
- 8 ago
- 3 Min. de lectura
Por C. Isabel Peña Rodríguez
08/08/2025


En el Perú del 2025, la palabra “corrupción” ya no indigna como antes. Se ha convertido en parte del paisaje, una sombra que flota sobre gobiernos de todas las ideologías. Pero hay algo especialmente corrosivo cuando la corrupción se disfraza de causa justa. Cuando los que prometieron redención terminan administrando miseria. Cuando el socialismo, que nació para liberar, se convierte en coartada para esclavizar.
Durante décadas, muchas organizaciones políticas que se han proclamado de izquierda han hablado en nombre del pueblo. Han invocado al campesino, al obrero o al joven sin oportunidades. Pero cuando llegaron al poder, una parte de ellos olvidó al pueblo y se dedicó a servirse del Estado, no a servirlo.
Los hechos están a la vista. Pedro Castillo “dizque” representante de los pobres, presentado como la esperanza del Perú profundo, dejó una gestión marcada por el desorden, el clientelismo y las investigaciones fiscales. Su entorno (ministros, asesores y familiares) no llegó a cambiar el modelo: lo replicó. Los cambios no fueron estructurales; fueron utilitarios. Se cambió de actores, no de reglas.
Y no es el único caso. Ollanta Humala, cuya retórica nacionalista atrajo a miles de ciudadanos que creyeron ver una alternativa digna, hoy purga condena por lavado de dinero.
Corrupción como enfermedad estructural
La corrupción no es de izquierdas ni de derechas. Es una enfermedad que afecta al Estado cuando este deja de tener sentido de misión. Pero cuando ocurre en movimientos que se dicen socialistas, el daño es mayor. Porque no solo se roban recursos: se roban símbolos, palabras, causas.
El pueblo ya no cree en nadie. Y no por ignorancia, sino por decepción. Porque ha visto cómo le hablan de justicia mientras se enriquecen a sus espaldas. Porque ha escuchado promesas de igualdad mientras las mismas redes de poder siguen decidiendo a quién se le contrata, a quién se le atiende, a quién se le da un bono.
El daño moral
Más allá del dinero perdido, lo más grave es el daño ético. Se ha naturalizado la idea de que robar está permitido si se habla en nombre del pueblo. Que no importa la decencia, sino la astucia. Que se puede justificar el abuso si el corrupto dice que “viene de abajo”.
Este discurso es profundamente perverso. Porque convierte al pobre en escudo, al obrero en excusa, al campesino en herramienta de manipulación. Porque trivializa el dolor real de millones de peruanos para construir carreras personales llenas de cinismo. Y eso es imperdonable.
¿Dónde quedó la justicia social con ética?
La verdadera transformación social no se hace con discursos rencorosos ni con el resentimiento como programa. Se hace con principios, con organización, con planificación, con entrega. No basta con declararse del pueblo: hay que demostrarlo, todos los días, con trabajo, honradez y visión.
El problema no es el socialismo. El problema es el socialismo mal entendido, mal aplicado, utilizado como coartada para delinquir. El problema es esa izquierda que desprecia el mérito, que aborrece la institucionalidad, que usa el Estado como un botín para pagar favores.
Frente a eso, hay que reivindicar una ética de servicio. Una política que crea en el Estado, no para capturarlo, sino para construir justicia. Una izquierda que respete la libertad tanto como busca la igualdad. Una organización que forme cuadros con vocación, no con codicia.
Mi mensaje final
La corrupción ha logrado algo más devastador que el saqueo de fondos: ha sembrado la desconfianza. Y esa desconfianza es la antesala del autoritarismo, del caos o de la indiferencia total.
La única salida no es un nuevo rostro ni una nueva bandera: es una nueva conciencia. Una que recuerde que se gobierna para todos, no para los propios. Una que entienda que el verdadero cambio no es improvisación ni oportunismo, sino visión, capacidad y limpieza.
Porque cuando la política traiciona su razón de ser, no solo fracasa un gobierno: fracasa un país.
“El verdadero socialismo no se mide por lo que promete, sino por lo que respeta: la dignidad, la ley y al pueblo que dice representar.”
Escríbeme: isabelpenarodríguez@yahoo.com
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