La Mente Humana, El Diván y La Política
- Isabel Peña Rodriguez
- 21 jul
- 3 Min. de lectura
Por Psicoterapeuta Isabel Peña Rodríguez
21/07/2025


En el Perú, la escena política continúa mostrando señales claras de desgaste emocional, conflictos de poder sin resolver, conductas narcisistas y una desconexión peligrosa entre el liderazgo y la ciudadanía. En este contexto, surge una pregunta provocadora pero urgente: ¿Deben los políticos entrar al diván de Freud? Como psicoterapeuta, sostengo que no solo deberían hacerlo: es una necesidad sanitaria, ética y social.
¿Qué es el diván de Freud?
Cuando hablamos del diván de Freud, nos referimos no solo al mueble icónico donde los pacientes se recostaban durante una sesión de psicoanálisis, sino a toda una forma de entender al ser humano. El diván simboliza un espacio de introspección profunda, donde el paciente puede hablar libremente, sin censura, dejando que afloren pensamientos, recuerdos y emociones del inconsciente.
Es en ese acto de hablar, y en el vínculo terapéutico con el analista, donde se revelan los verdaderos motivos detrás de nuestros comportamientos. El diván no es solo un objeto: es un lugar de encuentro con uno mismo. Y si bien no todos los psicoterapeutas lo usan hoy, la idea de "entrar al diván" se mantiene como símbolo de mirar hacia adentro.
El inconsciente también gobierna
Sigmund Freud enseña que muchas de nuestras decisiones conscientes están profundamente influenciadas por procesos inconscientes: deseos reprimidos, heridas infantiles no resueltas, traumas no elaborados y mecanismos de defensa activados de forma compulsiva. Un político no está exento de estas dinámicas; al contrario, el poder las puede amplificar peligrosamente.
La política peruana ha estado marcada por actitudes paranoicas, impulsividad en la toma de decisiones, necesidad de validación constante y discursos defensivos que niegan la responsabilidad.
El poder como escenario del yo
El poder no solo transforma al individuo, sino que también puede convertirse en un espacio de actuación psíquica. Muchos políticos peruanos parecen estar más ocupados en satisfacer necesidades emocionales no resueltas —como la necesidad de reconocimiento o de control— que en resolver los problemas estructurales del país. Vemos, por ejemplo, cómo la escena política se convierte en una especie de escenario narcisista donde se lucha por el aplauso y la imagen, más que por ideales reales o por el bien común.
Liderazgos heridos, decisiones frágiles
La salud mental no es un lujo, mucho menos para quienes ocupan cargos de poder. Un político con baja tolerancia a la frustración, incapaz de reconocer sus errores, con baja autoestima, atrapado en relaciones conflictivas con figuras del pasado puede proyectar esas heridas en su gestión política. De ahí surgen decisiones impulsivas, discursos autoritarios o políticas públicas guiadas por la necesidad de castigar o controlar más que de construir.
La historia del Perú arrastra heridas colectivas: violencia política, corrupción estructural, racismo sistémico, exclusión social. Los políticos no solo son responsables de sanar esas heridas, sino que también las reproducen cuando no hacen un trabajo interno serio. Cuando un líder no ha elaborado su propia historia, tiende a repetirla inconscientemente en su forma de gobernar.
¿Qué significa "entrar al Diván de Sigmund Freud"?
Es urgente promover una cultura del cuidado emocional en el liderazgo, donde se valore la introspección, la supervisión ética y la formación en salud mental. Entrar al diván implica abrirse a una exploración de sí mismo, reconocer las propias sombras, asumir límites y trabajar las propias contradicciones. En otras palabras, implica humanizar el poder.
Entonces, ¿deben los políticos entrar al Diván de Sigmund Freud?
Sí, los políticos peruanos, como los de cualquier país, deberían entrar al diván. Porque detrás de cada decisión que toma un líder hay un mundo psíquico en juego. Y mientras ese mundo siga siendo un terreno desconocido, los ciudadanos continuaremos pagando las consecuencias de sus conflictos no resueltos. El Perú no solo necesita reformas políticas: necesita líderes que se conozcan a sí mismos.
"Antes de prometer a cambiar el país, que se atrevan a cambiarse a sí mismos”.
Escríbeme: isabelpenarodriguez@yahoo.com
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