AGENDA PÚBLICA
- Isabel Peña Rodriguez
- hace 7 días
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¡La salud mental en las organizaciones políticas!
Por Psicoterapeuta Isabel Peña Rodríguez
28/06/2025

El Perú del 2025 no atraviesa simplemente una crisis política, atraviesa una crisis emocional profunda, silenciosa y peligrosa. Basta con mirar el rostro desencajado de nuestros representantes, escuchar los discursos cargados de paranoia, odio o desconexión con la realidad, o ver cómo se insultan, se traicionan y se desmoronan públicamente frente a todo un país que ya ha dejado de creer.
Hablemos con claridad: la salud mental está ausente en la política peruana. Y eso nos está costando caro.
No hay liderazgo estable por parte de los políticos que son quienes conducen el destino del país. No hay partidos políticos que se preocupen genuinamente por el bienestar psicológico de sus miembros. Lo que abunda son cuadros desbordados, dirigentes que actúan desde el trauma, la inseguridad o el ego herido, militantes enfrentados entre sí, liderazgos tóxicos y estructuras disfuncionales que se sostienen sobre la base del miedo, la desconfianza y la negación.
Y el resultado está a la vista: una política caótica, violenta, polarizada y profundamente inestable. No es casual. No es solo corrupción o falta de técnica. Es, en gran parte, un reflejo de cómo se ha deteriorado la mente y el corazón de quienes ejercen el poder.
La política peruana se ha vuelto emocionalmente insalubre
En las organizaciones políticas del Perú actual no hay espacios de contención emocional. Se exige lealtad ciega, se premia el fanatismo y se castiga el disenso. Las emociones se reprimen, y cuando estallan, lo hacen en forma de insultos, sabotajes, quiebres, autodestrucción.
Muchos cuadros políticos, incluso congresistas, toman decisiones en estados de fatiga crónica, con cuadros depresivos no tratados, usando la tribuna como espacio de descarga emocional y no de representación ciudadana.
La política, que debería ser la herramienta más noble para transformar una sociedad, se ha convertido en un escenario de sufrimiento psíquico y relaciones dañinas. Y cuando una organización política se maneja desde el desequilibrio emocional por parte de sus dirigentes o líderes, inevitablemente lleva al país por ese mismo camino.
El país paga el precio del desequilibrio
Cuando no hay salud mental en los partidos ni en quienes los lideran, las consecuencias son graves y colectivas:
Leyes sin sentido, populistas o destructivas, aprobadas sin reflexión, motivadas por impulsos o rencores personales.
Conflictos internos permanentes en todos los niveles del Estado, que paralizan las decisiones urgentes.
Crisis de gobernabilidad, porque las autoridades no pueden sostener sus responsabilidades emocionales ni éticas.
Fuga de los mejores cuadros, porque los entornos son insoportables o violentos.
Normalización del cinismo, donde todo vale con tal de sostener el poder.
No estamos hablando de un problema privado. Estamos ante una crisis de salud mental que impacta directamente en la calidad democrática del país. Porque si las personas que toman decisiones están emocionalmente desequilibradas, el resultado será siempre inestabilidad, autoritarismo, corrupción o desastre.
¿Cómo exigir cordura en un sistema que no cuida a nadie?
¿Acaso no es momento de exigir que los partidos y movimientos políticos incorporen el cuidado como eje central? No se puede seguir formando dirigentes que solo repiten consignas, pero que no tienen herramientas para gestionar el estrés, el fracaso, el conflicto o el poder.
Desde la psicología sabemos que quien no trabaja sus emociones no solo se daña a sí mismo: daña a su comunidad. Y en política, ese daño puede convertirse en crisis institucional, violencia social o retroceso democrático.
Hoy más que nunca, los partidos peruanos —de izquierda, centro o derecha— deben dejar de ignorar el tema. Es urgente crear espacios de:
Acompañamiento psicológico real para dirigentes y militantes.
Formación en liderazgo emocionalmente responsable.
Prevención del burnout político y la violencia interna.
Protocolos de intervención ante crisis personales graves.
Cultura organizativa donde el cuidado deje de ser visto como debilidad.
Mi mensaje profesional final
La salud mental no puede seguir siendo un privilegio de pocos o un asunto individual. Si queremos una política que construya en lugar de destruir, necesitamos líderes emocionalmente estables, organizados en partidos sanos, donde se cuide a las personas, no se las consuma.
No hay reforma política posible si quienes la impulsan no están bien consigo mismos. No hay transformación del país si las bases que la sostienen son emocionalmente inestables.
“Y entonces, la pregunta no es solo: ¿quién nos gobierna?, sino también: ¿en qué estado mental están quienes hoy deciden el destino del Perú?”
Escríbeme: isabelpenarodriguez@yahoo.com
Llamar: +51 944433166
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